27 de octubre de 2007

SIN CAMPAÑA POR EL DEPORTE

Por: Ariel Scher
Clarín
25 octubre 2007

En estos días argentinos, todo el tiempo hay campaña electoral y todo el tiempo hay deporte o show deportivo. Pero, paradójicamente, no hay campaña por el deporte. O de otro modo: el deporte no forma parte de los temas que se enuncian o se denuncian en el escenario político. Si fuera por lo que se ve o lo que se escucha, podría decirse que, en el futuro inmediato, del deporte no se ocupará nadie.

No hay azar: la ausencia del deporte en la agenda política es el resultado de dos tradiciones argentinas extensas y entremezcladas. La primera tradición se expresa en que las figuras políticas, oficialistas u opositoras, reducen su vínculo con el deporte a sacarse fotos con las figuras de cada época, procurando que la convivencia en la imagen genere simpatías, adhesiones y, eventualmente, algún voto. La segunda tradición consiste, sencillamente, en no pensar al deporte en el marco de un proyecto de país.

En algún sentido hasta es curioso: el deporte da forma a uno de los espectáculos centrales -o acaso el central- de este tiempo, atrapa la atención, la conciencia y la inconciencia de miles y miles de personas y es una herramienta de poder más que codiciada, pero, pese a todo eso, no aparece en la agenda. Y eso que en la Argentina los temas para tomar partido no son menores: el ejercicio del deporte como derecho social, la legitimidad de los negocios que se hacen a partir de la pelota, la trama de violencias políticas y sociales que se despliegan en los estadios, el espacio del Estado y de los clubes en la vida cotidiana, la condición de espectadores deportivos y no de protagonistas deportivos en la que transcurre la existencia de millones.

Hay funcionarios deportivos nacionales y municipales tenaces que hacen y seguirán haciendo lo que puedan o lo que se les permita sobre estas cuestiones. Y hay organizaciones deportivas -aunque pocas y poco conocidas- que ensayan y continuarán ensayando discusiones sobre cómo construir una sociedad deportiva. Pero ninguno de esos esfuerzos disimula que el deporte es un asunto menor, cosmético y no de fondo para quienes disputan el poder político. Se ve que todos creen que hay que jugar a otro juego.