Sin embargo, en medio de las noches de redacción para quienes leen el blog, este periodista conversa con un buen número de personas que poseen diferentes pensamientos. Y las notas del blog son tema con conversación en muchos casos.
El sábado por la noche fue uno de esos casos. Y fue mientras hacía tiempo para salir con amigos a pasar un buen rato.
Cuando terminé de escribir, y mientras la repasaba felizmente, comencé a hablar del tema con una amiga que para ese entonces también la había leído y dijo coincidir con la propuesta….bueno, con el deseo.
Y no pasaron muchos segundos para que ella me hiciera una pregunta que me quedó picando. Dijo algo así como: “Está buena la idea y coincido. Hay mucho por cambiar, pero ¿a quién le importa?
¿A alguien realmente le importa si un dirigente se “roba” miles de pesos que originalmente deberían ser destinados para los chicos y jóvenes deportistas (perdón Wilson, se me escapó), ¿a alguien le importa si el Gobierno le otorga un poco más o un poco menos de presupuesto a Deportes?, ¿A alguien le importa si de todos los dirigentes que tenemos, alguno se digna a presentar un proyecto innovador e interesante que aporte algo beneficioso para el deporte?, ¿a alguien le importa realmente hacer algo más que leer una simple nota?
Podría llenar páginas y páginas preguntándome si a alguien realmente le importa algo. Y por eso aún ronda por mi cabeza esa pregunta: ¿A quién le importa?
Por el momento sé que me importa a mí, que no toco de oído. Me importa porque practico deportes desde los cuatro años, cuando empecé en la escuelita denominada “Los lobitos”, donde estaban dos grossos como “El lobo” Pereyra y Miguel Ruffine.
Me importa a mí, que desde los nueve o 10 años pasé al Hispano, donde hice todas las inferiores pelándome las rodillas en el medio de las piedras y sufriendo el viento y el frío como lo sufren todos los deportistas que practican deporte al aire libre hasta hoy.
Me importa a mí, que desde muy chico sufro como cada uno de los que practica deportes la falta de infraestructura que hay increíblemente por estos días en nuestra ciudad.
Me importa a mí, que viví en carne propia el proceso previo a los Juegos de la Araucanía con la selección de fútbol en 1999, observando un nivel de improvisación increíble que, tristemente, aún se mantiene por estos días con cientos de deportistas que se rompen el culo entrenando y poniendo la cara, cuando los fracasados son otros y no ellos que terminan ocupando un noveno puesto sobre 11 participantes en los Juegos de la Araucanía.
Me importa a mí, que hace muy poco tiempo decidí volver a jugar en una liga local y me encontré con que nada había cambiado desde aquella primera vez. Y esa es una muy mala noticia.
Me importa a mí, que tengo decenas de amigos distribuidos por diferentes clubes y me cuentan de las diferentes miserias que se viven, cuando desde hace cuatro año tenemos la posibilidad de crecer. Pero el deporte sigue siendo ignorado por el Gobierno.
Y me importa a mí (para no seguir recordando), que hoy soy periodista y me entero de todo lo que se podría hacer y no se hace en esta bendita provincia.
¿Y todo por qué? Porque a nadie le importa nada. Al menos a nadie que tenga un cargo como para realmente hacer algo interesante que no sea llevar plata para sus bolsillos y viajar conociendo el país y el mundo.
Mientras tanto, me conformo con no ser el único. Porque sé que vos, que estás leyendo, seguramente compartirás más de una idea. He dicho.