11 de febrero de 2007

Entre ilusión y realidad

Si el fútbol es una fábrica de ilusiones que renueva su stock ante cada comienzo de torneo, es inútil navegar en contra de esa corriente.
Pero después, cuando la pelota empieza a rodar, todo está igual, y vuelve la sorda lucha entre la cruel realidad y esa pura ilusión del hincha. Se ve en cancha de Defensores y Boxing cada domingo.
Pasan los partidos, pasan los torneos y lo único que queda es la ilusión de que nuestro fútbol mejore; la ilusión de descubrir algún pequeño crack que nos invite a soñar y la ilusión de que algún día la gente se identifique con algún equipo para no ver las canchas semivacías con jugadores que, por poco, no tienen ni a quien dedicarle su gol. Ese que tanto esfuerzo les cuesta…
Nada importó. A priori, la ilusión volvió a ser grande. Los incondicionales de siempre volvieron a las tribunas…perdón, volvieron con sus autitos para brindar su apoyo pese a todo.
La ilusión se transformó en un apoyo incondicional para unos pocos.
Sí, así funcionan los códigos futboleros. Y los de Bancruz, Boxing e Independiente (protagonistas de los últimos dos torneos) no fueron menos. Pero la contestación, desde la cancha salió diferente.
En el cruce de la realidad y la ilusión, volvió a ganar la realidad. Los partidos fueron sólo una floja confrontación, complicada con juego brusco y deslealtades. No resultó diferente la primera experiencia en ningún caso.
Esos pocos incondicionales abrigaban una ilusión doble: ver el progreso de su equipo y ratificar la proyección de algún crack que siempre hay en cada club, la joyita que asoma de a poquito….
Algunos hasta se van conformes con el empate. Aunque sepan que sumar de a uno no sirve para la estadística general. Porque uno está más cerca de cero que de tres, diría con razón Pitágoras.
El torneo parece estar en manos de Boxing nuevamente, aunque Boca, Hispano y Defensores no se resignen porque al fin y al cabo el campeón, en este caso, no sacó una diferencia indescontable y para pelear alcanza con tener un equipito mas o menos armadito y un poco de estado físico.
A fin de cuentas, lo mejor del fútbol es el sentimiento que alberga. Y una prueba se dio en cancha de Boxing, ayer mismo. Después de anotar el primer gol del partido ante Defensores , Leandro Fernández y los jugadores de Boca celebraron con tanta pasión y énfasis que a todos nos dio ganas de que atrás del arco hubieran habido más que sólo unas 20 personas que miraban cómodamente y apenas gritando el gol..
Sin embargo, son díscolas las ilusiones, no se resignan. Volverán hoy mismo. Quizás eso explique el fenómeno popular inigualable que expresa el fútbol.